Cartografiar en colectivo: relatos, espacios y vínculos en la actualización de la Cartografía Cultural de Lima

El viernes 19 de diciembre, Nodos Culturales realizó una nueva sesión de mapeo colectivo para la actualización de la Cartografía Cultural de Lima. Fue un encuentro pequeño, diverso y profundamente situado, donde el mapa volvió a demostrarse no como un fin en sí mismo, sino como un punto de partida para conversar, reconocernos y leer la ciudad desde quienes la habitan y la activan culturalmente.

Más que una jornada para “agregar puntos al mapa”, nuestros procesos de mapeos son un espacio de reconocimiento mutuo: personas que llegan desde la investigación, la mediación de lectura, la gestión comunitaria, el arte, la defensa del patrimonio y la autogestión cultural compartieron no solo información, sino también preguntas, preocupaciones y afectos. Lo que apareció con fuerza fueron relatos, trayectorias personales, vínculos afectivos con los territorios y una conciencia compartida sobre la fragilidad —pero también la persistencia— de la vida cultural en Lima.

Nuevos espacios que se suman a la Cartografía

Durante la sesión se incorporaron y actualizaron diversos espacios culturales, muchos de ellos poco visibles en los circuitos tradicionales, pero centrales para la vida cultural cotidiana de sus comunidades:

  • Biblioteca Comunal Víctor Mazzi Trujillo (Anexo 12, El Vallecito, Lurigancho–Chosica).
    Espacio de lectura comunitaria gestionado junto a la organización juvenil Pido la Palabra, Leemos Juntos. Funciona los domingos y articula mediación de lectura, narración oral, talleres artísticos y actividades lúdicas para niñas y niños del barrio.

  • Casa O’Higgins – PUCP (Centro Histórico de Lima).
    Casa patrimonial universitaria con exposiciones temporales, actividades educativas y propuestas curatoriales cambiantes, que amplían el acceso cultural en el centro de la ciudad.

  • Centro Cultural Wayra de Lima Sur (San Juan de Miraflores).
    Espacio autogestionado con más de una década de trayectoria, que articula teatro, danza, música, cerámica, biblioteca y formación artística comunitaria, con una clara vocación territorial en Lima Sur.

  • Local Comunal de Río Seco – Malky Sisai (Cieneguilla).
    Local comunal vinculado a la protección del patrimonio arqueológico, actividades de lectura, educación ambiental y trabajo con niñas, niños y jóvenes del territorio.

  • Casa del Vecino – Sector 4 (San Isidro).
    Centro comunitario municipal con talleres culturales, actividades inclusivas y uso barrial activo, valorado por su accesibilidad y su rol como espacio público de encuentro.

  • Librería Ratón Lector (dentro del Mercado de Magdalena del Mar).
    Librería independiente dentro del mercado, dedicada a la venta de libros accesibles, promoción de autores locales y actividades de lectura para públicos diversos.

Además, se actualizaron espacios que han cambiado de formato o uso, como la Casa de Edgar Guillén, que actualmente ya no funciona como sala presencial, pero continúa activa a través de obras de teatro a domicilio.

Lo que se dijo, lo que se sintió

Uno de los rasgos más potentes del mapeo colectivo es que la información no llega descontextualizada. Cada espacio fue presentado a través de una historia: cómo nació, quiénes lo sostienen, qué dificultades enfrenta, por qué es significativo para su barrio o comunidad.

El tono de la sesión estuvo marcado por una sensación compartida: la necesidad de encontrarse y saberse parte de algo más amplio. Varias intervenciones señalaron la importancia de visibilizar que no se trata de iniciativas aisladas, sino de un ecosistema cultural diverso que existe a pesar de la falta de políticas sostenidas y de condiciones estructurales adversas:

“A veces uno siempre tiene la necesidad de volver al campo. Nunca es suficiente. Más allá del trabajo, es no perder los vínculos.”
— Themis Castellanos, antropóloga

“Mapear también es defender los espacios. Si no los nombramos, si no aparecen, se pierden.”
— Participante del taller

“Nos permite conocernos y sentir que no estamos solos. Hay muchísima gente haciendo cosas valiosas en silencio.”
— Leonardo Fernández, Centro Cultural Wayra

“La tarea es grande y necesaria. El mapa no es el final, es el inicio para exigir políticas culturales.”
— Participante del cierre colectivo

El ambiente fue cercano, reflexivo y colaborativo. Lejos de una lógica extractiva, el mapeo se vivió como un espacio de intercambio horizontal, donde cada aporte era también una forma de reconocer y cuidar el trabajo cultural de otros.

A la vez, el mapeo fue leído como un primer paso: una herramienta para generar evidencia, fortalecer redes y, eventualmente, disputar sentidos y decisiones sobre la ciudad. La cartografía apareció una vez más no como un fin en sí mismo, sino como un medio para comprender, conectar y hacer visibles las desigualdades territoriales que atraviesan la vida cultural en Lima.

Solo a través de procesos colectivos es posible construir una lectura más justa y compleja de la ciudad. El mapeo participativo no busca “extraer” información, sino abrir un espacio donde los saberes situados, las trayectorias locales y las experiencias vividas tengan lugar.

Un mapa que sigue abierto

La actualización de la Cartografía Cultural de Lima continúa abierta hasta el 31 de diciembre a través del formulario online disponible en la web de Nodos Culturales. Esta modalidad permite que quienes no pudieron participar del taller sincrónico sumen espacios de manera autónoma.

Cada nuevo punto fortalece una lectura más precisa de los circuitos culturales, sus brechas y sus desafíos, y aporta a una herramienta colectiva que busca no solo visibilizar, sino también incidir, conectar y generar evidencia para pensar la ciudad desde la cultura.

Porque mapear, en Nodos Culturales, es también una forma de encontrarnos.

Published On: 21 de diciembre de 2025 / Categories: Mapeos colectivos / Tags: , , /